Demasiado tarde

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Laura Castillo García

Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México

 

Luego de que durante siete meses de la “nueva normalidad” contemplaron pacientemente la multiplicación de contagios y muertos por Covid-19, el pasado viernes 18 de diciembre,  los gobiernos de la Ciudad de México y el Estado de México declararon la vuelta al semáforo rojo epidemiológico y, por tanto, ya están dando indicaciones para que los habitantes de estas entidades federativas vuelvan a encerrarse en sus casas, pero, una vez más, no les dan alternativas de alimentos y apoyos económicos para que permanezcan encerrados por lo menos hasta el 10 de enero de 2021.

    Seguramente, en lo que se refiere a alimentos y dinero, las autoridades gubernamentales apuestan a que la gente recibió aguinaldos con los que podrán resistir de aquí a que pasemos al semáforo naranja y se vuelva a abrir la economía. No obstante, parece que no toman en cuenta que millones de mexicanos perdieron sus empleos durante los meses de marzo, abril, mayo y junio, mismos que no recuperaron, por lo que muchos de ellos se vieron obligados a refugiarse en el comercio informal, el cual posiblemente vuelva a prohibirse, como sucedió en la primera etapa de la pandemia, lo que una vez más les impedirá tener dinero para su sustento propio y el de su familia. 

El regreso al semáforo rojo epidemiológico en el Valle de México contó con el permiso del gobierno federal, el cual -diga lo que diga-, es el responsable directo del contagio de un millón 301 mil 546 personas, 404 mil 482 sospechosos y la muerte de 117 mil 249 mexicanos -contabilizados hasta el 19 de diciembre-, pues, a pesar de que el 23 de marzo inició la jornada de sana distancia, dizque para controlar la pandemia, el presidente López Obrador hizo campaña nacional en la que dijo: “no pasa nada”, “salgan a la calle, dense besos y abrazos”, “el cubrebocas no sirve”, “yo no uso cubrebocas porque mis médicos así me lo dicen, no pasa nada”, etc., etc., lo cual llevó a un total descontrol de la pandemia por Covid-19, la cual ahora pretenden controlar con la vacuna que, desgraciadamente, todavía no se sabe si servirá para frenar la pandemia o no. 

Es más, el mundo entero está en la incertidumbre acerca de qué es lo sucederá con la pandemia toda vez que -este domingo 20 de diciembre- del Reino Unido salió la primera noticia de que el Covid-19 mutó y que ahora presenta un ritmo de contagios más acelerado. Es más, Los Países Bajos, Bélgica, Italia, Francia y Bulgaria anunciaron este domingo que suspenderán sus conexiones aéreas, terrestres y marítimas con Reino Unido para evitar la propagación del virus.

Hasta el momento, como de costumbre, el gobierno de la república que encabeza López Obrador no ha cerrado los vuelos procedentes del Reino Unido a Ciudad de México o Cancún, por lo que desgraciadamente al rato tendremos el virus mutado en nuestro territorio y cuando tome medidas para controlarlo, será demasiado tarde.

Como ha llegado demasiado tarde el regreso al semáforo epidemiolótico rojo no solo para el cuerpo médico que está cansado luego de nueve meses de intenso trabajo, pero que lo hace con entusiasmo, sino que llegó demasiado tarde para las más de 117 mil familias que perdieron a seres queridos -en muchas ocasiones a más de uno-, debido al mal manejo de la pandemia por parte del gobierno federal, la falta de atención en alimentos y mínimo apoyo económico a los millones de seres humanos que, por su endeble situación económica,  todos los días deben salir a la calle a buscar cómo sustentar a sus familias no solo en las necesidades básicas de alimento y techo, sino para comprar medicamentos que salven la vida de su gente.

A un gobierno neoliberal que tiene como principio hacer que la gente resuelva sus problemas económicos por sí sola, como es el de López Obrador y su 4T, lo único que le preocupa es que la empresa privada no pierda ganancias, aunque eso se haya llevado por delante las vidas de más de 117 mil mexicanos. Por eso, presionado por los grandes empresarios, en mayo decretó el fin de la “jornada de sana distancia” y el regreso a la “nueva normalidad”, la cual inició el pasado 15 de junio sin importarle que cientos de voces dijeran que eso llevaría a la multiplicación de contagios y muertes innecesarias por Covid-19.  

En las cercanas fiestas navideñas y de fin de año, volveremos a desearnos felicidad y prosperidad, pero lamentablemente las cosas seguirán igual mientras ese modelo económico rapaz siga existiendo. Hay que decidimos a cambiar el modelo económico que actualmente nos rige, al igual que a sus representantes. La solución es que el pueblo se organice; que los mexicanos buenos, inteligentes y honestos se organicen y lo representen en la presidencia de la república para llevar al país por el camino del progreso.

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